Esas lactancias. Feas, dolorosas, negras por un luto antinatural, hiriente y horrible.
El luto de una muerte intrauterina, de un bebe prematuro, de uno enfermo. Esas lactancias, de lágrimas y lucha.
Compartía hace unos días una foto de Pink, con un sacaleches puesto.
Lo compartí porque me encanto la visibilización de esa otra lactancia. De la que aunque se habla, y conocemos pocas veces se enseña.
Esa lactancia lejos de fotos bonitas, lejos de bebes gorditos y felices, de mamás posando con sonrisas brillantes.
Esa lactancia a veces oscura y dolorosa.
La lactancia de bebés enfermos, que no cogen peso, que resisten entre los cables de la incubadora como náufragos del barco que nunca debió de hundirse. Esa lactancia a la que te agarras, con sacaleches y paciencia, mitigando el dolor de esa maternidad atípica que jamás se te ocurrió que conocerías.
Una maternidad que sientes como un castigo, heredado de tu vientre. Una bienvenida a la vida triste y solitaria.